Se me había ocurrido y la perdí. No sé donde, creo que por las Heras. Estaba caminando lo más feliz y de repente se me viene a la mente, una idea impresionante para un cuentito. Me agarró por sorpresa pero se escapó al toque. La perseguí unas cuadras pero no la pude alcanzar. Tenía bufanda roja y un gorrito tipo tanguero.
Recompesaré a todo aquel que me pueda dar algún tipo de pista sobre su paradero. La idea tenía algo que ver con una mujer y su hijo, una historia triste con un final más triste todavía. Pero quiero encontrarla, así que por favor, si la llegan a ver bailando por ahí, ¡avisenmé!
Que triste es la vida de una onomatopeya. Triste pero intensa. Evocadas desde finales del siglo XV, es un error muy común creer que las onomatopeyas aparecieron por errores de los escribas contratados para tomar apuntes de las clases de las facultades más prestigiosas de Europa. Se creía que al tener que escribir y prestar atención a la vez los escribas se olvidarían o cambiarían signos u omitirían algunas palabras con el fin de acelerar la velocidad de la mano. De esta manera surgieron diversos neologismos como "ay", /a:-í/, que deviene de la palabra "carapachay", también "oh" /o:!/, desvirtuada de "moho", "uh" /úh:/, originalmente "mamuh" (o mamút), y las menos conocidas, "zas" /sas:s/, de "quizás", "punch" /pún-Ch/, de "que punchi que estoy", y finalmente "paf" /pÁff:/, de "che loco, pero qué te pafa?".
De todas formas, todas estas conjeturas realizadas por el as de la etimología, Richard Greinmann, fueron puestas en jaque cuando en 1996 el famoso periodista ruso Ivanil Rumeckanikoffovlovestky se encontró tras unas excavaciones en El Cairo, con unos papiros que evidenciaban el uso de onomatopeyas ya por la época de Ramses II, allá por el siglo XII a.C.
En estos documentos ya traducidos se muestra como el jeroglífico representado con una gaviota significa "Ah" /a:h'/, y un elaborado rinoceronte con tres lanzas en el lomo embistiendo a un ejercito de carretas egipcias realmente significaba "ouch" /a.úch'/.
De esta manera hemos remontado los inicios de la existencia onomatopéyica a hace más de 3000 años, cosa inaudita para los eruditos del lenguaje de principios de siglo.
De más está decir que aquellos discípulos más ortodoxos de la extrema derecha de la etimología internacional no estuvieron muy contentos con estos descubrimientos de Ivanil, lo cual armó un señor revuelco en la conferencia donde fueron presentados. Volaron sillas, libros y hasta un insospechado entrevistador de origen incierto recibió un golpé en la cabeza a causa de una lámpara que se cayó por culpa del tumulto. Más tarde el vocero de la asociación grupal de la renombrada extrema derecha etimológica (AGREDE), pidió disculpas en una conferencia pública y ante las pruebas irrefutables del periodista ruso, lo nombraron "personalidad de la década" en las revistas más reconocidas del ámbito.
2 comentarios:
a mi el cura del barrio me dijo que nacieron con adán y eva... pero no entiendo...
del chalao?
Me parece que el cura del barrio no te toma muy en serio cuando te cuenta estas cosas =3. Como todos sabemos Adán y Eva hablaban en japonés antiguo, claramente el uso de onomopeyas a través de símbolos es un tema para desarrollar más en detalle.
(lease me quedé sin nada para decir, wiii)
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