miércoles, mayo 30, 2007

Sebario #3

Este es un pato. Si alguien no se dio cuenta simplemente es poque jamás vieron un pato en su vida, no creo dibujar tan mal como para que no puedan distinguir lo que es esto. De todas formas no es un pato cualquiera como puede parecer a priori. No señor, es un pato mágico. A la pipetuá estarán diciendo todos, pues si, es un super pato que tiene poderes más allá de lo humanamente imaginables. A veces lo miro y me da miedo, me preguntó que estará imaginando, que estará tramando en esa cabeza suya. Si puediera volver al pasado y prevenirme antes de dibujarlo lo haría, créanme. ¡Tan solo mirenlo, por dios! Esas alas afiladas con sed de sangre, hambrientas de carne, esas patas dispuestas a pisar hasta al más salvaje de sus oponentes, ese cuerpo perfectamente diseñado para esquivar el ataque más preciso, aerodinámicamente preparado para volar a velocidades inimaginables, ese pico... esa boca que ha dejado ciegos a tantos hombres, por suerte está cerrada, sino verían sus dientes, tan afilados como mil sables e igual de mortíferos. Y finalmente... sus ojos, esos ojos profundos, malignos que irradian locura y genialidad, reto a cualquiera de ustedes a que se anime a mirarlo a los ojos por más de diez segundos sin perder la cordura, ¡es imposible!, y sin embargo... no puedo mirar para otro lado, me hipnotiza, me controla, me posee. Y yo ya no soy yo, me perdí en su universo. Me veo caer una y otra vez dentro de.... el pato.

Y ahora, para deleite de todos ustedes, ávidos lectores, un poco de reflexión (esta vez introspectiva).

¿Por qué será que mi ánimo oscila entre el éxtasis y la desazón? Esto es algo que no sé si le ocurrirá a todo el mundo, pero al menos a mi sí me pasa. Momentos bien. Momentos mal. Momentos muy bien. Momentos muy mal. Y ya no sé si las cosas que te ponen bien y te sacan de esa depresión un día te sirven al otro. Es como caerse en un pozo, mientras más bajo caés más difícil es salir. ¿Será algo hormonal? ¿Será algo común? No creo, yo creo que hay muchísimas cosas que nos rodean que nos ponen increiblemente bien, solamente que cuando pasan estas situaciones las cerramos, no las apreciamos. ¿Y si uno se da cuenta de eso, por qué no lo cambia? Se requiere de algo llamado "fuerza de voluntad", la verdad no estoy muy familiarizado con el término porque nunca tuve mucha. Resistencia para tolerar los momentos complicados, perseverancia para mantener la cabeza alta y no caer, dedicación para completar las cosas contra viento y marea, pero antes que nada y por sobre todas las cosas fuerza de voluntad para aguantar y no rendirse, para decirse todos los días que el diluvio no puede durar para siempre, que cuando alguien que querés te abraza te podés sentir mejor, que realmente no vale la pena seguir con la cabeza gacha. Que hay que moverse.
Eso requiere de fuerza de voluntad.
Y fuerza de voluntad es justamente lo que no tengo.

martes, mayo 29, 2007

Teorías

¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué es que ya no escribo todos los días? ¿Por qué es que a veces me siento con las intenciones de contar algo y no me sale nada?
Bueno, hay un par de teorías:

Teoría de la ventana
Lo que aquí sucede es que son muchas ideas o muchas situaciones/sentimientos/reflexiones/cuentos sobre los cuales escribir que se atascan. Como si hubiera una puerta de salida, un túnel que conecta mi mente con mis manos y por el transitara todo lo que escribo. La cuestión es que hay tantas ideas tratando de salir que se atasca y terminan quedando todas atrapadas dentro. Como si cien personas trataran de tomarse el mismo ascensor a la vez, no solo no va a funcionar, sino que el ascensor se cae. Y repararlo cuesta vida.
(la verdad, no creo que sea esta)

Teoría de las influencias externas
Lindo nombre para algo tan obvio. Lo de afuera cuenta. Un tipo que leyó 20 mil libros y vivió 20 mil aventuras te va a escribir los libros más fascinantes que te puedas imaginar. Pero por el otro lado, cuando uno está estancado, sort of, y a todo eso se le agrega que tiene situaciones negativas tales como discusiones, depresiones, malestares, fallas de salud, and so on; las cosas no marchan, las ideas en huelga. Complicado
(no quiero ser un mariquita y decir que todo es culpa del exterior pero... ésta está un poco más cerca de la verdad)

Teoría del vacio

El nombre es bastante explícito, lo que quiere decir es que no tengo nada. Estoy vacio. Cero ideas. El órgano o ente dentro mio que se encarga de producir ideas e historias se vacio. Se pinchó y está inánime. Esta es complicada porque no tengo la más pálida idea de como reparar un órgano productor de creatividad.
(I believe we have a winner)


Este es un relato que escribo cada tanto y personalmente me encanta.

Yo conozco a una persona que es especial. Es especial no solo por su inocencia, sino por su habilidad para hacerme sentir pequeño. Pequeñísimo. Cierro los ojos y me imagino cómo sería vivir así. Bailar todas las noches sobre su pelo, masajearle los deditos uno por uno, viajar en su bolsillo a todos lados, quedarme abrazado a su nariz y dormirme calentito sobre sus pechos envuelto en nada más que latidos.
Sintiéndome pequeño.
Y feliz.


jueves, mayo 24, 2007

Festejos

Bueno, momento de felicidad y alegría. Celebraciones y pitazos sin fin. ¿Quiéren saber por qué? Pues bueno, acabo de enterarme que Sebario, tú blog, acaba de lograr un nuevo record en toda la internet. Pero sin decir más nada y no arruinar la sorpresa, quiero mostrarles la carta que me envió David Barstow, alto ejectuivo del monstruo multinacional Google S.A.:

Dear Seba:

Estamos muy complacidos en informarte que tu espacio personal ha logrado lo que ningún otro antes siquiera soñó con alcanzar. ¡Tu blog es el que menos comentarios tiene en la historia de los blogs! Es verdad, hemos verificado con toda la base de datos de blogger y el récord que antes poseía un espacio austriaco llamado "Das Niuven Führer" ha obtenido recientemente un comentario que lo coloca por encima tuyo.
De parte mia y de todo el staff aquí de Google S.A. queremos felicitarte y desearte éxitos en todos tus próximos emprendimientos

Atte.
David Barstow
CEO Google S.A.

De más está decir que quedé completamente sorprendido cuando me llegó esta carta, pero debo decir que es todo gracias a ustedes, si no fuera por su increible apoyo al no dejar comentarios jamás podría haber llegado a este punto. Gracias, gracias a todos y no se preocupen, seguiré escribiendo y seguiré disfrutando sus no-comentarios. ¡Vamos a por más!

Deleites

En la localidad de Fray Gonzalo, provincia de Córdoba, se organiza el festival nacional del alfajor de maicena desde hace ya cuarenta y tres años. Surgió como un emprendimiento de los lugareños para atraer publicidad a sus increíblemente deliciosos alfajores caseros y de paso fomentar la industria local. Se montan caravanas hechas de maicena, puestos enteros con miles y miles de alfajores, estatuas y figuras de dulce de leche repostero y hasta una competencia que toma lugar el último día premiando a aquél que pueda deglutir la mayor cantidad de alfajores en dos horas y media (el récord actual lo posee el yugoslavo Ibir Krevlam con la asombrosa cantidad de 346.897 alfajores en casi 97 minutos cuando se desmayó y tuvo que ser llevado de urgencia al hospital más cercano).
La peculiaridad de está celebración es que se ha deformado de su intención actual y ahora es considerada casi como un ritual divino. Los mayores ayunan por casi una semana antes de la fecha indicada para luego saciarse con todos los alfajores de maicena que quieran, los más jóvenes por otro lado son enviados en sotanas y en pequeños grupos selectos a recojer el dulce de leche repostero y luego a bendecirlo en los arroyos. Por otro lado, los más fanáticos realizan pequeños sacrificios para tratar de contentar al Dios del Alfajor, que según claman está reencarnado en forma de un Balde de 50kg de dulce condensado. Los sacrificios varían entre pequeñas aves y roedores hasta perros y ovejás previamente esquiladas.

miércoles, mayo 23, 2007

Sebario #2

Bueno, tengo un pequeño je ne sai quoi (pardon my french), un no sé qué, un writer's block, un bloqueo de escritor. Tampoco es que esté cayendo en la ostentación ni en la pretensión de llamarme "escritor", pero me preguntó ¿acaso no es un escritor aquél que escribe? y ¿acaso no estoy escribiendo yo ahora mismo? Y eso hace pensar en muchas cuestiones, yo no estoy escribiendo, estoy tipeando. De la misma manera estoy casi seguro que la gran mayoria de los escritories tipea, ya sea en pc o en una máquina de escribir antigua, antes que escribir todos sus textos a mano. Y sin embargo se los llama de esa manera, "escritores". Entonces ¿el "escritor" es algo que se és o algo que se hace?
Yo creo que ser "escritor" es más bien el concepto de transmitir historias. Ya sean reales o falsas, inventadas o documentadas, felices o tristes. Es algo casi obvio pero últimamente me parece muy bizarro ese concepto. Entretenimiento. Un músico es un escritor que se olvidó del abecedario pero se encontró con las notas.



Entonces aquí estamos, escribiendo por escribir. Esta es una mosca que siempre dibujo. Se llama "mosca". Si, a veces no entiendo cómo es que se me ocurren estos nombres, es como si el ente 'creatividad' viniera y tuviera sexo conmigo y nuestros hijos fueran estas cosas. Simplemente "mosca" me pareció apropiado, no solamente por el hecho de que sea una mosca, sino también porque es molesto, es cobarde, huye cuando las cosas pintan mal y porque en el momento de nombrarlo no tuve mejor idea que ponerle así. Mosca. ¿Qué tul?

Is this the end of Sebario #2? Will there be a Sebario #3? How many questions will I ask? Do you know how to speak in english? Voçé falar portugés? Caeré en la tentanción de escribir uno de esos chistes malos al estilo "habrá sido el conde en la cocina con el candelabro"? Por qué todas c's? Too many questions?
A veces son buenas muchas preguntas, el problema es que casi siempre hay muy pocas respuestas
(perdón, pero me tenía que despedir con una frase cliché)

Una persona muy conocida una vez dijo "realmente entiendes algo cuando eres capaz de explicárselo a tu abuela", el otro día me di cuenta que ó:
a) no explico tan bien como creía
b) mi abuela es menos inteligente de lo que pensaba
c) Realmente no entiendo cómo funciona mandar un mensaje de texto




viernes, mayo 18, 2007

Entretelones


Reinaldo Enselmo era un empresario circense nacido en Madrid con especialidad para montar espectáculos de poca categoría en lapsos muy cortos de tiempo. Nacido en 1853 pasó gran parte de su infancia de burdel en burdel como mensajero de los barones que frecuentaban esos boliches. Cuando tenía 16 años decidió probar suerte por el mundo y emprendió un viaje por toda india y gran parte del resto de Europa acompañado por sus amigos Henry Cleamont, un malabarista y ratero francés, Eberto Wu, un contorsionista y mago coreano de unos impresionantes 9 años, Hebellind Maggi, una frustrada escritora inglesa cuyo único logro dentro de la literatura internacional fue traducir el manual de instrucciones del fonógrafo años después, y finalmente Hanz Eindhoven, un alemán que rondaba los 60 años cuya vida pasó desperdiciada a causa del opio y las malas compañías.
El viaje duró casi quince años durante los cuales Reinaldo fue reuniendo material de diversas regiones del globo. Trucos de magia búlgaros, encantamientos con serpientes árabes, ilusiones del lejano oriente fueron sus preferidos, aunque contaba con un repertorio mucho más amplio. Lamentablemente en mediados de la travesía, Hanz murió desangrado a causa de un accidente que involucró a una locomotora y un puente no lo suficientemente alto.
Cuando regresó a su Madrid natal se encontró con un panorama completamente distinto. El año que corría era 1884 y la situación tanto en los negocios como en las casas de diversión había cambiado tal vez demasiado. Desconcertado y solo a causa de su separamiento con su pareja de aquel entonces, Jaqueline Croisant, tomó el primer trabajo que encontró como mozo y escobillero en un teatro de segunda categoría llamado "El Zapato". Al pasar el tiempo se fue ganando reputación y consiguió una pequeña oportunidad como telonero del show de los viernes. Uitilizando todos los trucos que había aprendido en sus viajes no pasó mucho tiempo antes que la gente lo prefiriera a él antes que a "Madame Queen", la protagonista del show, y se ganó su lugar ante los reflectores (por supuesto en ese entonces no había reflectores de tal tecnología como los hay hoy)*. Después de tener uno de los espectáculos más vistos en Madrid por casi tres años, Enselmo dejó el escenario para ocuparse del papeleo y la administración del teatro que para aquel entonces ya había cambiado de nombre cuatro veces, siendo el último y más recordado "Le Blue Hippó".
A la edad de 47 años, tras haber amasado una saludable cuenta bancaria, alquiló su propio local sobre el que poseía completa autoridad intelectual y puso en escena el varieté más elaborado y bizarro de todo el país. Reclutando artistas de los lugares más insospechados del mundo, el show que montó era un espectáculo sin final. Pasando por malabares los lunes de cinco de la tarde a ocho de la noche, hipnotismo los jueves de tres de la madrugada a 7 de la mañana, baile can-can los viernes casi toda la noche y muchos otros**.
Lamentablemente Reinaldo murió a la edad de 65 años, en diciembre de 1918, al ser acuchillado por un bailarín en medio del escenario. Si bien las razones por el altercado son inciertas, el bailarín sostuvo que había sufrido abusos físicos y psíquicos desde hacía ya mucho tiempo y que perdió todo control sobre si mismo cuando Enselmo subió al escenario y supuestamente le dijo obsenidades al oido.
Si esta u otras de las demás acusaciones que tuvo este gran personaje a lo largo de su monumental carrera son ciertas no lo sabemos. Lo que podemos dar absolutamente por sentado es que la industria del entretinimento europea, y más ciertamente la española, no estarían donde están hoy en día de no ser por Reinaldo Enselmo, rey del telón.

*(N del T.).
**Para información más exacta sobre los cronogramas del espectáculo de Reinaldo Enselmo se pueden recurrir a diversas bibliotecas de Sevilla y Pamplona donde se guardan todavía los registros del teatro. Sorprendentemente, el libro "Horarios, libros de cuentas y reflexiones personales de R.E. en el teatro", escrito por él mismo, se dividió en 3 tomos para su conveniencia, teniendo cada uno más de 500 páginas.

jueves, mayo 17, 2007

Liberté

Bien... hace tres horas que estamos jugando, esto ya casi se termina. Tengo toda la plata metida en esta mano. Necesito ganar. La hipoteca, el préstamo del auto, la facultad de los pibes y la casa en la quinta del viejo. Sin mencionar a la gorda, si la gorda se entera que estoy apostando todo acá me mata.... por favor, por favor, por favor. (dios de los trenes, si me escuchás, dame un as más)




¡Si! Al fin un poco de suerte. Bueno, tengo dos ases, la cosa ya pinta mejor... pero tengo que mantenerme, hay demasiado en juego. ¡Ay, si me viniera tan solo uno más! Me aseguraría todo... que tranquilidad. De todas formas está bien, mis chances aumentan, par de ases, es bueno, si... si... me gusta. Tranquilidad Ricardo, tranquilidad!
(Teto Medina, si me estás escuchando, por favor, un as más)




¡Gracias Señor! Esta situación se tornó sensiblemente a mi favor, ¡una pierna de ases! ¡¿Quién lo hubiera dicho?! Tengo que mantener la cara relajada, cara de póker como dicen. Tal vez no pierda todo... tal vez la hipoteca de la casa, la universidad de los chicos, la casa, las cuentas, las tarjetas, el auto, tal vez todo tenga solución.
(pugliese pugliese pugliese, ¡una sola más te pido!)




¡Gracias! ¡Gracias! ¡Si! ¡Si! ¡Póker de ases! Al fin, esta la gano de cabeza, y acá tengo toda la plata. El futuro asegurado, si señores, nunca más un pico de stress, en el pozo hay como medio palo verde, ¡que felicidad! Imaginate cuando se lo cuente a la negra, ¿cómo le digo que conseguí la guita? Bah, de eso me preocupo después. ¡Que buena suerte la mia! justo en la mano que pongo todo me sale póker de ases. Encima me porté como un duque, nadie sospecha lo que tengo. ¡Dinero, venga a con papá!





- Muchachos, mirén y lloren, póker de ases.
- ¿De qué carajo me estás hablando Ricardo? Estamos jugando a la escoba del 15, que póker ni que póker. ¿Estás en pedo o te fumaste algo?


Lección para la vida: Siempre mirá bien las cartas que hay en la mesa antes de mandarte con todo.

Nota del Editor (osea yo): Más de una persona me ha dicho cuando leyó esto "che, pero la escoba del quince no se juega con estas cartas, se juega con los naipes españoles". Si... ya sé.... gracias.... AHÍ ESTÁ EL CHISTE.

miércoles, mayo 16, 2007

Se busca idea - /id-é:a'/

Se me había ocurrido y la perdí. No sé donde, creo que por las Heras. Estaba caminando lo más feliz y de repente se me viene a la mente, una idea impresionante para un cuentito. Me agarró por sorpresa pero se escapó al toque. La perseguí unas cuadras pero no la pude alcanzar. Tenía bufanda roja y un gorrito tipo tanguero.
Recompesaré a todo aquel que me pueda dar algún tipo de pista sobre su paradero. La idea tenía algo que ver con una mujer y su hijo, una historia triste con un final más triste todavía. Pero quiero encontrarla, así que por favor, si la llegan a ver bailando por ahí, ¡avisenmé!

Que triste es la vida de una onomatopeya. Triste pero intensa. Evocadas desde finales del siglo XV, es un error muy común creer que las onomatopeyas aparecieron por errores de los escribas contratados para tomar apuntes de las clases de las facultades más prestigiosas de Europa. Se creía que al tener que escribir y prestar atención a la vez los escribas se olvidarían o cambiarían signos u omitirían algunas palabras con el fin de acelerar la velocidad de la mano. De esta manera surgieron diversos neologismos como "ay", /a:-í/, que deviene de la palabra "carapachay", también "oh" /o:!/, desvirtuada de "moho", "uh" /úh:/, originalmente "mamuh" (o mamút), y las menos conocidas, "zas" /sas:s/, de "quizás", "punch" /pún-Ch/, de "que punchi que estoy", y finalmente "paf" /pÁff:/, de "che loco, pero qué te pafa?".
De todas formas, todas estas conjeturas realizadas por el as de la etimología, Richard Greinmann, fueron puestas en jaque cuando en 1996 el famoso periodista ruso Ivanil Rumeckanikoffovlovestky se encontró tras unas excavaciones en El Cairo, con unos papiros que evidenciaban el uso de onomatopeyas ya por la época de Ramses II, allá por el siglo XII a.C.
En estos documentos ya traducidos se muestra como el jeroglífico representado con una gaviota significa "Ah" /a:h'/, y un elaborado rinoceronte con tres lanzas en el lomo embistiendo a un ejercito de carretas egipcias realmente significaba "ouch" /a.úch'/.
De esta manera hemos remontado los inicios de la existencia onomatopéyica a hace más de 3000 años, cosa inaudita para los eruditos del lenguaje de principios de siglo.
De más está decir que aquellos discípulos más ortodoxos de la extrema derecha de la etimología internacional no estuvieron muy contentos con estos descubrimientos de Ivanil, lo cual armó un señor revuelco en la conferencia donde fueron presentados. Volaron sillas, libros y hasta un insospechado entrevistador de origen incierto recibió un golpé en la cabeza a causa de una lámpara que se cayó por culpa del tumulto. Más tarde el vocero de la asociación grupal de la renombrada extrema derecha etimológica (AGREDE), pidió disculpas en una conferencia pública y ante las pruebas irrefutables del periodista ruso, lo nombraron "personalidad de la década" en las revistas más reconocidas del ámbito.

martes, mayo 15, 2007

El día en que cambié a mi padre por unos peces de colores

Día de estreno y sí, dos por uno.

Vamos a aprovechar que los muchachos de Google se pusieron las pilas y vamos a experimentar con las fantásticas herramientas que pusieron a mi disposición para hacer este blog (o diario virtual) más impresionante.

Esto se me ocurrío el otro día que estaba caminando por la calle y vi una revista de una historieta que se llamaba "El día en que cambié a mi padre por unos peces de colores". Es un poco largo tal vez, pero leanlo, creo que vale la pena.

Siempre que llego a casa temprano del trabajo me gusta pasar por las mismas calles, por suerte trabajo no muy lejos de donde vivo, pero de todas formas hacer esas 7 cuadras que separan el deber del ocio nunca dejan de sorprenderme. Ya sea por un negocio nuevo o por lo tranquilas que son. Una vez hasta creo haber visto un perro y un gato realizando las más elaboradas piruetas involucrando unos trampolines notoriamente hechos a mano y unas sogas que no podrían haber sido confeccionadas con otra cosa más que con hojas de árbol.
Un día me encontraba caminando muy tranquilo, era otoño, un otoño frio y ventoso que me obligaba a llevar una bufanda que me tejió mi abuela (hasta después de lavada se le puede oler la naftalina), y las manos cuidadosamente guarecidas en los bolsillos; cuando de repente me tropecé con una viga de lo que aparentaba ser una construcción, un pequeño localcito ni siquiera pintado con dos personas charlando fervorosamente dentro. Justamente por tener las manos en los bolsillos no tuve nada que amortiguara mi caida y me di de lleno contra los pedazos de baldoza que sobresalían en la calle. Avergonzado y furioso con quien fuera que haya puesto esa viga en mi camino me levanté presuroso cuando vi que ambos hombres se dirigían hacia mi, uno, un bigotudo desagradable siguió de largo y ni se inmutó al ver que yo tenía un poco de sangre justo arriba del ojo, el otro, un viejito canoso que no debía ser tan viejito se me acercó y me preguntó cómo estaba. Me dijo que lamentaba mucho lo que me había pasado, que justamente él estaba discutiendo con el constructor bigotudo y que esa viga estaba justamente ahí porque aquel hombre se rehusaba a terminar refaccionar y pintar el local que abriría pronto. Me invitó una taza de café y si por favor no dejaba que me limpiara la herida.
La cuestión es que al pasar los días y las subsecuentes caminatas por mis calles preferidas siempre pasaba por el local inconcluso del viejito no tan viejo y siempre lo veía en las mismas condiciones no terminadas. Un día realmente sentí pena por el hombre, quién sabe cuánta plata estará perdiendo por no poder abrir su local, así que me ofrecí muy barato. Le dije que si él quería yo podía terminar las obras de construcción y ayudarlo a pintar y a ubicar todo lo que tuviera que ubicar. Ah, por cierto, me olvidé de decir qué negocio tenía el hombre: una tienda de mascotas.

Después de unas pocas semanas de arduo trabajo, más que nada por las noches, llegué a conocer mucho de este hombre, su pasado, su desafortunada relación con una mujer húngara que terminó por quitarle todo y dejarlo en la calle obligado a mendigar, su vuelta a los negocios a través de un muy acertado viaje a Brasil donde conoció a quien sería su socio por los próximos treinta años en el negocio de compra y venta de electrodomésticos, finalmente conoció a una señora un verano de la cual se enamoró y terminó viniendo a vivir acá a la Argentina para no separarse de ella. Es muy raro como el viejito no tan viejo vivió tantos años y me contó tantas historias pero solamente aparentaba de cuarenta, a lo sumo cincuenta.
Una noche mientras limpiaba encontré al fondo del local una caja. Una caja con un trapo arriba que me llamó muchísimo la atención. No debía haber sido muy grande, aproximadamente del tamaño de una pecera, pero brillaba. Brillaba intensamente a pesar del paño que tenía encima. Mi curiosidad me venció y a lo primero que atiné fue a remover el trapo y ver lo que había dentro. Quedé fascinado. No podía creer cuan hermoso era lo que veía por más que lo tuviera en frente mio. Era, efectivamente, una pecera. Una pecera de agua negra, completamente negra, a tal punto en donde ya no parecía ser agua, parecía ser algo más... algo distinto. Y dentro del agua negra: tres pececillos de colores. Rojo. Verde. Amarillo. Los tres peces bailaban dentro del agua negra en un espectáculo de colores y estelas, se movían lentamente como si el líquido fuera más denso, como si estuvieran tratando de hipnotizarlo a uno. Formaban figuras, se mezclaban, a veces incluso hasta cambiaban ellos mismos de intensidad y color.
Me quedé viendo a los peces por horas hasta que se hizo de día y llegó el viejo. Me reprimió duramente, me dijo que esa caja era de contenido privado y que no tendría que haberme escabullido para robarsela, yo le dije que nunca fue mi intención robar nada, sino que simplemente me agarró curiosidad. De más está decir que fue en vano, el viejo se enojó más allá de toda razón y tras una discusión muy fuerte me dijo que no volviera pasar más por su tienda.

Al pasar los días empecé a ver a estos peces por todas partes, empecé a soñar despierto con ellos, a escucharlos cantar cada vez que pasaba por la vereda de enfrente a la tienda, los dibujaba sin darme cuenta, tres luces. Una verde. Una roja. Una amarilla. Y la negrura que los envolvía. Siempre presente esa negrura. A veces me asustaba, no era agua con alguna sustancia que le daba ese color, no. Era otra cosa. Pero los pececillos estaban ahí, e iluminaban. Y te hacían olvidar, concentrarse solamente en ellos, en su perfección.
La deseperación me ganaba, necesitaba verlos y para colmo el viejo no los ponía en exhibición, los tenía guardados para él. Si, seguro que si. Los miraba todas las noches probablemente, los tocaba, de alguna manera se armaba de coraje para meter la mano en lo negro y sentir los peces. Si tanto me provocó verlos, ¡imaginensé lo que sería tocarlos! Tenía que tenerlos... no podía seguir viviendo así.

Era de noche aquella vez. Yo estaba decidido, no podía pasar un minuto más sin ver esos peces de nuevo, mi vida había perdido sentido, me estaba consumiendo por dentro. Así que tomé la determinación de ir a la tienda del viejo, todavía tenía una llave que me había dado de cuando trabajaba con él, así que si tenía suerte podría meterme fácilmente y verlos, tan solo verlos una vez más.
Me dirigí sigilosamente por las mismas cuadras que siempre hacía, pero esta vez no eran tranquilas e interesantes, esta vez eran desoladas, tenebrosas, cada metro que avanzaba era una tortura entre el ruido del viento y la sensación de que alguien me estaba siguiendo, alguien me estaba viendo y sabía lo que yo tenía pensado hacer y se reía de mi.
Tardé lo que me pareció una eternidad en caminar esas cuadras, entre el frio que me envolvió y el sudor que no dejaba de abrazarme hasta que los oí. Oí a los peces cantar. Cantaban para mi, cantaban para que no tuviera miedo, para que los fuera a rescatar de aquel sucio hombre que los tenía secuestrados de mi, y me dieron fuerza. Apresuré la marcha y llegué a la puerta.
Introducí la llave con un notorio nerviosismo siempre teniendo en mi cabeza el canto de los peces.
Giré.
Click.
Abrió.
Ni bien entré a la tienda me sorprendi al ver que todos, completamente todos los animales estaban dormidos, más que dormidos, estaban anestesiados. Ni se inmutaron cuando yo entré, mucho menos cuando pasé de largo a la habitación del fondo. Y ahí estaban, esta vez sin el trapo que los cubriera. Los admiré y los escuché danzar. Pero nunca me olvidé de mi objetivo, mirarlos ya no me alcanzaría, tenía que llevármelos. Era la única manera de estar en paz. Agarré unas sogas que estaban atrás y empecé a atarlas al rededor de la pecera para formar unas manijas. Cuando terminé y lo levanté quedé pasmado. La pecera llena de líquido negro junto con los tres peces, rojo, amarillo y verde, no pesaban absolutamente nada.
Una vez tapda la pecera me di vuelta para irme cuando escuché la voz del viejo, "quedate quieto y dejalos en el piso" me dijo. Sabía que estaba cerca mio, podía ver su sombra encimada a la mia y la habitación no era muy grande. Lentamente fui poniendo los peces en el piso y me di vuelta. Lo miré a los ojos y me quebré. Me puse a llorar y me cai. Con las manos me tapaba la cara mientras sentía que el viejo me miraba. Se me fue acercando, entre sollozos no lo pude escuchar bien, pero logré entender "despreocupate" y "no te pongás mal che, sé lo que pueden hacer estos bichos". Se paró al lado mio y me puso la mano en el hombro, yo lo agarré en un movimiento rápido y lo tiré de boca al suelo, agarré unas tijeras que había traido y se las clavé en la nuca, cuando escuché el grito del viejo sentí otra cosa más. Sentí que los peces me miraban, nadaban de un lado a otro, me alentaban. Y clavé de nuevo, esta vez debajo del hombro, y de nuevo, en la cintura. Y ahí lo di vuelta y seguí clavándolo con las tiejras, no podía parar, no era yo. Eran los peces. Cuando terminé, cuando me calmé, tiré las tijeras a un lado y miré al viejo, ¿qué había hecho? Miré de nuevo a los peces. Juro por dios que los tres tenían una sonrisa de oreja a oreja.

Agarré todas las cosas prontamente, las tijeras me las acomodé en el bolsillo trasero del pantalón y arrastré el cuerpo del viejo a un baño que había atrás, lo maniaté y empecé a tirar todas las jaulas y a desordenar todo para que pareciera un asalto. Los animales reaccionaron todos de golpe y el ruido era insoportable. Agarré la pecera y me fui cuanto antes. Mientras corría para casa el canto de los peces me tranquilizaba muy poco, porque ya no era canto... era más bien... risa, carcajadas. Sentía como si se burlaran de mi, pero sabía que no, eran tres luces en la oscuridad. Roja. Verde. Amarilla.

Cuando llegué a casa los dejé sobre la mesa, fui al baño y vomité. Empecé a lavarme frenéticamente las manos con el cepillo de dientes hasta que empezaron a sangrar. Me tiré en la bañadera y me quedé dormido casi instantaneamente.
Cuando me levanté me dolían todos los huesos y un súbito escalofrío me recorrió todo el cuerpo al acordarme de la noche anterior. Salí de la tina y me dirigí al comedor para buscar un poco de alivio. Cuando llegué, no podía creer lo que veía. La pecera con agua negra y los tres peces, rojo, verde, amarillo ya no era más. En su lugar había una pecera común con agua transparente y tres pecesillos dorados. Los tres estaban flotando en el agua, inánimes, muertos.

Me quedé estático, empecé a reir, a llorar, a gritar, rompí todo lo que podía ser arrojado contra la pared. Todavía los escuchaba. Pero esta vez no era a los peces que escuchaba, sino a lo negro. Lo negro se reía de mi, disfrutaba viendomé. Cada vez más fuerte, se reía dentro mio, a mi alrededor. Todo se iba oscureciendo. Corrí hacia mi habitación y lo primero que vi fue la ventana abierta. No lo pensé dos veces y eufórico salté.
Lo último que vi antes de sentir el abrazo del pavimento fueron los tres peces, rojo, verde y amarillo saludándome desde el suelo.

15/05/07








lunes, mayo 14, 2007

Sebario #1


Bueno, primera entrada de este primer blog. Más bien diaro virtual, compendio de mini-cuentos que vendrán, archivador de relatos, historias y demás cosas que YO, Sebastián Nicolás De-*blip*, considere de relevancia.

Croni


No sabía cuál era la mejor forma de empezar, ¿qué decir? ¿qué mostrar? ¿cuál, de entre todas las cosas que se me puedan ocurrir, es la más adecuada e impactante como para poner en el comienzo del Sebario (sebi a diario)?

Lo más probable es que termine contando un cuento, no estoy plenamente acostumbrado a esto de blogs o fotologs, ¿qué es lo que entretiene a la gente cuando entra a estas páginas? Aunque después uno piensa: ¿hago esto para entretener a la gente que quiero que entre, lea y deje comentario? ó ¿hago esto para dejar documentado lo que a mi se me ocurra decir? Una mezcla de las dos (perdón por el momento reflexivo, la diversión ya viene).

Para todos aquellos que no lo saben, la gran mayoria, el de arriba es un bichito que dibujo desde hace rato, aunque ya no creo que lo dibuje sino que él mismo se me desdibuja, se me sale y se escapa, pero es bueno y cuando se aburre vuelve. Lo encontré por algún lado dando vueltas en internet y lo adopté, ahora es mio, aunque más bien, yo soy de él, porque fue él quien decidió tenerme como pluma y papel, como puerta de entrada y salida, como colectivo privado. Pero es bueno, y cuando se aburre me deja jugar a ser el que manda.

Entonces, prometí cuento inaugural (¿inventado o recliclado? ¿cuento o reflexión?):

No está en aquel que escribe transmitir sus ideas al lector libremente. El escritor no puede presentarlas desnudas y directas sin al menos un velo de sutileza, es inapropiado y hasta de mal gusto. Lo que tiene que hacer es alienarlas, proyectarlas dentro de un personaje que haya sido creado con ese único propósito, el de encarnar los pensamientos más salvajes de las mentes creativas. De esta manera no solo se preveen los accidentes de malentendimiento, sino que también se articula mucho más fácilmente la relación lector-escritor, ¿entedés tito?
-Si, papi, entendí.