lunes, julio 16, 2007

Espejos

I

Gerardo se despertó a eso de las 9 de la mañana, tras haber dormido un poco más de 10 horas. Fue al baño y se lavó los dientes con poco entusiasmo. Uno nunca tiene entusiasmo cuando es lunes y hay que ir a trabajar después del fin de semana.
En la cocina se preparó lo que siempre desayunaba, cereales con leche y un jugo de naranja, como para empezar bien el día, y luego se vistió con lo primero que vio en el placar, una camisa celeste, una corbata roja, saco y pantalones negros.
Cuando estaba saliendo del departamento escuchó sonar el teléfono pero decidió no atender porque ya estaba llegando tarde, después se fijaría quién había llamado.
Camino un par de cuadras hasta el subte pasando desapercibido y viajó en el vagón más lleno aplastado por lo que parecían ser no menos de mil personas. En el trabajo fue un día como cualquier otro hasta que su jefe pasó a visitarlo por un tema de extrema urgencia alrededor del mediodía, el cual podía convertirse en un verdadero problema, aparentemente habían anotado mal unos números en una transferencia de dinero y una empresa estaba amenazando con cerrar su cuenta o algo así, pero después de unas correcciónes, por suerte, Gerardo pudo resolverlo y el jefe, aliviado, pasó todo el día recordándole cuán importante era él para el banco.
Cuando llegó a casa a las 6 y media miró un poco de televisión, se cocinó unos ravioles y se fue a dormir.


II

Gerardo se despertó a eso de las 9 de la mañana, tras haber dormido un poco más de 10 horas. Fue al baño y se lavó los dientes con poco entusiasmo. Uno nunca tiene entusiasmo cuando es lunes y hay que ir a trabajar después del fin de semana.
En la cocina se preparó lo que siempre desayunaba, cereales con leche y un jugo de naranja, como para empezar bien el día, y luego decidió ponerse una ropa alocada, una remera roja con una corbata rosa y saco y pantalones grises, no supo bien por qué quiso vestirse así, la cuestión es que lo hizo.
Cuando estaba saliendo del departamento escuchó sonar el teléfono pero decidió no atender porque ya estaba llegando tarde, después se fijaría quién había llamado.
En el camino al subte sentía como si la gente lo mirara al pasar, lo cual era raro para él y decidió desviarse unas cuadras para no caminar por la avenida. Al primer giro se encontró con una mujer que estaba vestida exáctamente igual que él. Tenía una blusa roja con un moño rosa en el cuello y un saco con polleras grises. Gerardo quedó más que sorprendido, y se quedó quieto mientras la veía acercarse. La mujer también se dio cuenta y frenó. Ambos quedaron inmóbiles viendosé por más de 10 segundos hasta que Gerardo se animó y dijo:
-Linda elección de colores.
-La tuya tampoco es fea.
-Si, ¿no?, qué tal, me llamo Gerardo -y estiró la mano para estracharla con la de la mujer.
-Gabriela, encantada -mientras le respondía el saludo.
-Espero no sonar muy atrevido pero, ¿tenés algo que hacer, no querés ir a tomar un café?
Gerardo llamó, dijo que estaba enfermo y no fue a trabajar ese día.


III

Gerardo se despertó a eso de las 9 de la mañana, tras haber dormido un poco más de 10 horas. Fue al baño y se lavó los dientes con poco entusiasmo. Uno nunca tiene entusiasmo cuando es lunes y hay que ir a trabajar después del fin de semana.
En la cocina decidió cocinarse algo distinto como para romper la rutina, y se hizo unos sánguches tostado de jamón y queso con una buena taza de café, como para empezar bien el día, y luego se vistió con lo primero que vio en el placar, una camisa celeste, una corbata roja, saco y pantalones negros.
Cuando estaba saliendo del departamento escuchó sonar el teléfono pero decidió no atender porque ya estaba llegando tarde, después se fijaría quién había llamado.
Camino un par de cuadras hasta el subte pasando desapercibido y viajó en el vagón más lleno aplastado por lo que parecían ser no menos de mil personas, no supo muy bien por qué habrá sido, pero entre el calor de subte, la incomodidad de la posición en la que estaba y el desayuno pesado que había comido empezó a sentirse mal del estómago, muy mal del estómago.
Cuando llegó al trabajo dejó las cosas en el escritorio y fue enseguida al baño. Estuvo casi tres horas abrazado al inodoro. Aparentemente habría habido algo mal con el queso o el jamón estaba vencido, la cuestión es que Gerardo estaba destrozado.
Cuando volvió a su escritorio a eso de las 2 de la tarde se encontró con su jefe que estallaba en gritos, ni bien lo vio fue corriendo hacia él y empezó a reprocharle dónde había estado, había saltado un error en una transferencia con una empresa que amenzaba cortar relaciones y había que arregarlo cuanto antes. Gerardo trató de explicarle que se sentía mal y había estado vomitando en el baño, pero su jefe estaba colérico y no escuchaba razones. Más tarde se enteraron que la otra compañía se desvinculó completamente, por lo que el jefe, como forma de descargo, despidió a Gerardo por su incompetencia.
Más tarde, cuando llegó a casa, abrió unas botellas de vino, se embriagó y se durmió.


IV


Gerardo se despertó a eso de las 9 de la mañana, tras haber dormido un poco más de 10 horas. Fue al baño y se lavó los dientes con poco entusiasmo. Uno nunca tiene entusiasmo cuando es lunes y hay que ir a trabajar después del fin de semana.
En la cocina se preparó lo que siempre desayunaba, cereales con leche y un jugo de naranja, como para empezar bien el día, y luego se vistió con lo primero que vio en el placar, una camisa celeste, una corbata roja, saco y pantalones negros.
Cuando estaba saliendo del departamento escuchó sonar el teléfono, si bien estaba llegando tarde al trabajo decidió apurarse y atender.
-¿Hola?
-Si, buenos días, con el señor Gerardo Zorsal por favor.
-Sí, él habla.
-Ah, qué tal, mi nombre es Judith, te estoy llamando del centro de atención médica uriburu...
-¿Si?
-Llamaba para informarte que el señor Arturo Zorsal tuvo un accidente automovilístico y fue trasladado al sanatorio de urgencia.
-¡Ese es mi viejo! ¡¿Está bien?! ¡¿Dónde está?!
-Ahora está en el quirófano, vos figurás como su contacto en caso de emergencias y por eso te estoy llamando, si pudieras pasar cuanto antes por la clínica sería ideal
-Si si si si, ya mismo estoy saliendo para allá, ¿Cuál es la dirección?
-Uriburu entre Paraguay y Córdoba, entrás, vas al tercer piso y preguntás por el Dr. Fernandez que es el que está haciendo la operación, ¿si?
-Si si, gracias, voy para allá.
Colgó y casi un segundo después ya estaba en el ascensor. Cómo puede ser que papá haya tenido un accidente, por favor, con lo bien que maneja el viejo. Que no le haya pasado nada... me muero si le pasa algo. Tengo que llamarlo a Rober y decirle, pero creo que está en el campo... Por dios viejo... qué te pasó... la puta madre che...
Estaba tan absorto en sus preocupaciones Gerardo que no miró al cruzar la calle, y no vio el 111 que venía a toda velocidad.
_________________________________________________________________
Cada vez que alguien lee y no deja un comentario, Dios dice que no cree en las hadas.
Decisiones, todo está en las pequeñas decisiones.

No hay comentarios.: