miércoles, enero 27, 2010

Fuego

Bueno, pasó másomenos 1 año y 2 meses. Tiempo suficiente como para que las cosas tomen un giro relativamente importante en la vida de una persona. Aunque si te lo ponés a pensar, un minuto es más que tiempo suficiente.

En fin, uno a veces tiene ganas de escribir cuando está en situaciónes.. complejas. ¿Para qué? Creo que para obtener esa sensación de descarga o concentrarse por un momento en otra historia que no sea la nuestra. Eso puede ser algo tremendamente liberador. De ahí me encomendé a hacer algo que no hacía hace mucho tiempo: escribir.
Primero surge el qué. ¿Qué es lo suficientemente interesante como para que valga la pena ser escrito? Luego aparece el cómo. Bárbaro, lo tengo, agarré la idea ¿y ahora? Es muy común escribir 3 palabras, borrar, 5 palabras, borrar, reescribir las 3 primeras palabras, cerrar el word. Me ha pasado demasiadas veces.
A no desesperarse, porque finalmente llega un punto en donde uno se cansa, al carajo con la moda, y no le importa qué escribir y ni cómo escribirlo. Y es en ese estado zen donde me encuentro ahora. Así surgió esta pequeña historia (que claramente no es suficientemente interesante ni está bien escrita, pero creo que con todo el preámbulo que le hice, lo tengo permitido).


Muy pocas veces podemos realmente pensar en situaciones más allá de digamos... ¿Una semana? ¿Un mes? Somos criaturas de la rutina y de alguna manera eso nos da seguridad, seguridad de que lo que estuvimos haciendo ayer y todo el mes pasado, lo seguiremos haciendo mañana o la semana que viene. De ahí es que las crisis que nos enfrentamos son cuando nos damos cuenta que la rutina se rompió, cuando nos cambia la voz, cuando enfrentamos responsabilidades nuevas o incluso cuando nos damos cuenta que nuestro cuerpo ya no es el que una vez supo ser.
A todo esto se le agrega una nueva amenaza: Dragones.
Eso fue lo que la gente de la ciudad jamás vio venir esa mañana de noviembre. Si el cielo deja de estar despejado y pasa a tomar un color negro, donde es completamente imposible ver el sol, lo primero que uno piensa es en una tormenta, posibilidad de granizo, sudestada, lo que fuere.. Pero cuando además de tornarse negro uno ve que a lo lejos escupe fuego, bueno.. la cuestión ya es otra.
No se sabe de dónde salieron, pero la pelea fue atroz, y las armas no alcanzaron. Todas las municiones se agotaron al segundo día, lo cual es impensado porque créanme, hay muchísimas municiones. Pero habían más dragones.
Y hubieron al final.
Ya rara vez se a alguien caminando por 9 de julio de noche, las luces de los semáforos funcionan para nadie, producto de su rutina. Lo único que se puede ver si uno va a Buenos Aires, o a cualquier ciudad del mundo, es a un par de dragones ocupando los techos rotos de los edificios más altos.

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Pocas veces me sentí así... muy pero muy raro.

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